LA ÚLTIMA ESTACIÓN

Por: Mario Arango Escobar.

LA ÚLTIMA ESTACIÓN (2009) GÉNERO: DRAMA HISTÓRICO. DURACIÓN 112’.

Dirección y guión: Michael Hoffman (Novela: Jay Parini). Intérpretes: Christopher Plummer, Paul Giamatti, James McAvoy, Helen Mirren, Anne-Marie Duff, Kerry Condon. Título original: The Last Station. País: Alemania, Rusia, Reino Unido. Fotografía: Sebastian Edschmid. Música: Sergei Yevtushenko.

Sinopsis: Drama histórico y biográfico sobre el legendario escritor ruso Leo Tolstói, su mujer Sofya Tolstói, y Valentin Bulgakov, discípulo aventajado de su marido, en un momento de efervescencia del pueblo ruso. El film ilustra además la batalla del autor para encontrar un punto intermedio entre la fama y el compromiso con una vida sin materialismos.

La película se centra principalmente en la relación marital entre León y Sofía, una relación que al final se torna tormentosa e intolerable. El film trata sobre el amor, por lo que no es una coincidencia de comience con la siguiente cita extraída de “Guerra y Paz”, la novela histórica más aclamada del escritor ruso: “Cada cosa que conozco… la conozco sólo por que la amo”.

En la película se nos presenta el lado más humano de Tolstói, un escritor y pensador ruso que tuvo que lidiar durante toda su vida con una serie de contradicciones, buscando respuestas a interrogantes que nunca pudo responder. Lo que más llama la atención de la película es que efectivamente está basada en hechos reales. Es un drama muy moderno que aborda problemáticas filosóficas y cotidianas de enorme trascendencia actual, como por ejemplo el lado oscuro de las relaciones matrimoniales, la búsqueda del sentido de la vida, el concepto de amor, etc.

En el filme de Hoffman, se nos muestra de forma notoria que Sofia Andreevna Bers amaba y conocía como nadie a su esposo, no ya por los muchos años de vida en común, sino porque además ella había sido su fiel colaboradora: le había copiado siete veces antes de su publicación y orientado en algunos aspectos la exitosa obra «Guerra y Paz» y también otras. Ella era su compañera, su esposa y su amiga por excelencia, es decir, su máxima socia. ¿Cómo pues no iba su máxima socia a tratar de evitar que él cediera sus derechos de autor, sus posesiones y bienes raíces —que eran derechos y propiedades no sólo de Tolstói sino también de ella y de sus ocho hijos vivos; derechos y propiedades que generaban mucho dinero— para dárselos sin más a una secta de pacifistas iluminados que tomaban al escritor como una especie de Profeta o Cristo? Cualquiera habría actuado de igual forma conservadora. Sofía sólo estaba defendiendo sus derechos de socia, esposa, compañera contractual, de amor (además ella fue en gran medida la gestora por venta, gestión y conservación de los bienes de Tolstói; ella escribió las memorias de Tolstói, fue su documentalista y cronista, ella pues defendió unos bienes que le pertenecían no sólo ya por ser su esposa sino porque con toda razón  eran suyos.

“La última estación”, es una película espléndida e inteligente que no solo es un homenaje de altura al genio ruso sino un estudio profundo de las explosiones e implosiones de un matrimonio, el que por más de 40 años sostuvieron León Tolstói y la condesa Sofía gracias a un amor que no siempre fue comprendido por los terceros que les rodeaban.

La cinta de Hoffman posee dirección de altísima calidad, guión sobrio y supremamente bien escrito, ritmo ágil, música excelente que acentúa los momentos relevantes sin ser intrusiva, toques de fino humor en medio del drama humano que plantea y actuaciones competentes por parte de todo el elenco.

Lo mejor de la película son las increíbles interpretaciones de los actores: Helen Mirren en el rol de la Condesa Sofía está sencillamente extraordinaria, al igual que Christopher Plummer quien interpreta a su esposo, el escritor León Tolstói. Ambos logran una complementación genial como pareja y resulta muy sencillo para el espectador creer que se trata efectivamente de la legendaria pareja rusa. Los secundarios están todos bastante correctos.
El trabajo del director de fotografía y de los responsables de vestuario y caracterización es concienzudo, de modo que la mayoría de los planos parecen lienzos. Retratos de luz, paisajes de niebla y sombra… La última estación está preñada de un lirismo desbordante en sus imágenes. A esa belleza formal se le añaden dos complejas historias de amor afrontadas desde puntos de partida bien distintos, carentes de sensiblería y de una gran carga emocional.

Destacable también la bellísima banda sonora de Sergei Yevtushenko que acompaña, acertadamente los momentos claves de la historia, y enfatiza el drama vivido por los personajes. En fin, que de lo mucho que podríamos decir de un film tan logrado como ‘La última estación’ cabe destacar especialmente su aparente sencillez y naturalidad y lo ágil de su narración. Oscilando entorno a la alegre amargura que separa la comedia del drama, la ironía y la emotividad se dan la mano con la rivalidad entre el amor y la razón como telón de fondo, y la belleza formal de su acabado técnico ilumina un guión escrito con tacto perfectamente moldeado por las notables interpretaciones de todo su elenco protagonista.

Un film inteligente y adulto que hace fácil lo que en la mitad de las películas parece tremendamente difícil, contar una historia y que esta tome forma en la retina del espectador, y lo hace empleando lo que de por sí debiera ser el sustento de toda película: una narrativa puesta al servicio de un sólido guión ejecutado por un notable plantel de intérpretes.

“La última estación” convence a un nivel histórico y también toca las notas adecuadas en todo lo referido a la vida campestre de Tolstoi en la finca de Yasnaia Polyana, Es  un film que tiene la virtud de referirse continuamente a la muerte, y a la vez estar repleto de luz, vida y optimismo. En ella hay una historia de amor que comienza y otra que acaba,
Nota: El rodaje tuvo lugar en las pintorescas regiones alemanas de Sajonia-Anhalt, Sajonia, Turingia y Brandenburgo.

MICHAEL HOFFMAN

Nació en 1955 en Honolulu (Hawaii) pero se crió en Idaho. Se graduó como licenciado en Teatro en la Boise State University donde fue miembro fundador del Festival Shakespeare de Idaho. Mientras estudiaba, se hizo merecedor a una beca para estudiar en Universidad de Oxford. Estudió Literatura inglesa en Oriel College, donde hizo su primera película “Privileged”, un drama estudiantil protagonizado por Hugh Grant.

Hoffman comenzó su  carrera en el Sundance Institute cuando fue invitado para presentar su guión de “Tierra Prometida” en el Filmaker’s Lab en 1983. En esta película nos narra la historia de tres amigos, conocidos desde la infancia, que se reencuentras después de muchos años de no verse.

En 1988 realizó  su segunda película, “Some Girls” una historia de amor que se trunca a raíz de problemas familiares que interfieren en la relación.

“Escándalo en el plató”, su siguiente filme, es una divertida parodia de las series de televisión.

En 1994 realiza “Restauración”. Historia del siglo XVI, en la cual un joven médico, tras ser llamado por el rey a palacio, sucumbe a los placeres de la corte, y se enamora de la favorita del propio rey.

La siguiente película de Hoffman fue la romántica comedia “Un día inolvidable” (1996). Un hombre y una mujer, ambos divorciados, que deciden rehacer sus vidas.

En 1999, dirige “Un sueño de una noche de verano”, adaptación de la obra de William Shakespeare,
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“El club de los emperadores” (2001), su siguiente film, narra el reencuentro de un prestigioso profesor y su alumno que ahora se ha convertido en un poderoso hombre de negocios.

En el 2005 realiza “Game Six”, en la cual un autor teatral deja de acudir a la noche de estreno de una de sus propias obras, para ver un partido de béisbol que su equipo favorito disputa en las series mundiales.

En el 2009 realiza  “La última estación”, donde aborda los últimos años del legendario escritor ruso Leon Tolstói.

EL DISCURSO DEL REY

Por Mario Arango Escobar.

EL DISCURSO DEL REY (2010) GÉNERO: DRAMA HISTÓRICO. DURACIÓN 118’.

Dirección: Tom Hooper. Guión: David Seidler. Interprétes: Colin Firth, Helena Bonham Carter, Geoffrey Rush, Michael Gambon, Guy Pearce, Timothy Spall, Derek Jacobi, Eve Best. Título original: The King’s Speech. País: Reino Unido. Fotografía: Danny Cohen. Música: Alexandre Desplat.

Sinopsis: Basada en hechos reales, la película se traslada a la década de los 30 para contar la historia más humana de Jorge VI de Inglaterra, quien se vio obligado a reinar tras la abdicación de su hermano Eduardo VIII. Su tartamudez le hace buscar la ayuda de un terapeuta de trastornos del habla, Lionel Logue, quien con una serie de técnicas poco ortodoxas logra que el rey supere sus problemas de tartamudez y se convierta en la voz de confianza de su país en los albores de la II Guerra Mundial.

Una escena inicial que es a la vez  imponente y llena de fuerza. Un micrófono en primer plano, el cortante silencio en las gradas de un gran estadio, y los ecos de todos los pequeños sonidos que el nuevo rey articula, voluntaria o involuntariamente. Con este preámbulo, asitimos a una película que  hace gala de la característica sobriedad del mejor cine inglés, pero Tom Hooper ha rehusado hacer una película meramente académica o televisiva.

Conserva el gusto por las fenomenales actuaciones, el afilado y juguetón sentido del humor típicamente británico, así como una estructura sencillamente perfecta, capaz de profundizar a la vez en los recodos más íntimos y en los más épicos del relato. Pero la agilidad y dinamismo de su puesta en escena y la mencionada facilidad con la que el guión y la dirección matizan apuntes sociales, históricos y emotivos, y en definitiva, la pasión que desprende el relato, asemejan más la película a un conmovedor drama épico.

El guión es excepcional, pues detrás del tartamudeo del rey se encuentra su búsqueda de autoridad, pero también el enfrentamiento entre el buen gobernante y el buen orador. Escena clave para entender es el visionado de la coronación por toda la familia, cuando la escena salta a un discurso. Isabel, la actual reina, le pregunta a su padre “¿Qué dice?” a lo que Jorge responde “No lo sé, pero lo dice muy bien”. En esta pequeña escena, casi familiar, se encierra el mayor secreto de la película. Algo para destacar, tanto en el guión como en la narrativa, es la forma en que se ha combinado, perfectamente, el humor, el drama histórico y la comedia, consiguiendo una consonancia entre los distintos temas que toca el film, con unos diálogos más que inteligente.

La estética de la cinta va mucho más allá de la corrección británica. Sólo hay que fijarse en el uso de la luz y los ambientes. Casi toda la película transcurre entre brumas y espesas nieblas, envuelta en una fotografía maravillosa que evoca perfectamente la época de los sucesos

Tom Hooper hace también protagonistas, durante todo el metraje, a los decorados que apoyan los matices emocionales de los personajes. En determinadas escenas, impolutos despachos, salas de estar, solemnes recibidores y ese micrófono estrella adquieren la misma importancia que los actores, haciendo gala de una maravillosa dirección artística.

Los 118 minutos de metraje son ágiles, donde el lenguaje cinematográfico se convierte en una de las grandes virtudes del filme. Los actores están perfectos, sobrios, destacando a Colin Firth y Geoffrey Rush. Dos hombres que son capaces de dotar de sentido del humor a la mayor de las tragedias, y de dimensionar la importancia histórica de un trono hasta conmover al espectador. Colin Firth recrea magistralmente la tartamudez del rey, pero va mucho más allá, refleja con total sinceridad los complejos y miedos que atenazaron a Jorge VI. Helena Bonham Carter tiene también un destacado rol como esposa del protagonista y la presencia de Guy Pearce, Michael Gambon y Derek Jacobi en papeles secundarios son una garantía interpretativa.

El metraje destila veracidad, es decir, destila realidad y verdad, consigue atrapar al espectador de una forma casi inesperada. La empatía del espectador y el Duque de York, por otra parte, se hace imprescindible
Es lo que decimos siempre, cuando se juntan una excelente labor de dirección, un guión casi perfecto y la apabullante labor interpretativa de sus actores, es fácil conseguir que el resultado de la propuesta sea tan notable como en este  caso.

El trabajo artístico se completa con una banda sonora a cargo de Alexandre Desplat que conjuga temas propios a partir de unas delicadas notas de piano para unos inicios tímidos con una orquestación sinfónica que ejecuta a unos Beethoven o Mozart triunfales… y que ejemplifican la transformación interior de este acomplejado pero tenaz hombre de carácter.
Mención especial para el diseño de vestuario.

Por último, solo nombrar por encima que las escenas interiores en la abadía de Westminster, el uso de lentes gran angular, algunos planos picados y contrapicados, muy apropiados para resaltar la soledad de la función real, reafirman la calidad fílmica a todos los niveles de esta película.

Premios:                                                                                                                       2010: Oscar: 12 nominaciones. Ganó en las categorías de mejor director, mejor película, mejor guión, mejor actor masculino.                                                                            2010: Globos de Oro: Mejor actor (Firth). 7 nominaciones, incluyendo mejor película drama.
                                                                                                                           2010: BAFTA: 14 nominaciones, incluyendo mejor película.
                                           2010: Festival de Toronto: Mejor película (Premio del Público)
 2010: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor actor (Colin Firth).
                                                                             2010: Independent Spirit Awards: nominada mejor película extranjera.

TOM HOOPER


Nació en Londres en 1972. Hijo de un hombre de negocios y de una escritora e historiadora de origen australiano, al parecer su madre tuvo una enorme gravitación en su vida. A la edad de 12 años, Hooper leyó How to Make Film and Television, libro que lo inspiró a dedicarse a la industria fílmica. Su primer cortometraje “Runaway Dog» lo realizó a la edad de 13 años con una cámara Bolex de 16mm, utilizando 30 metros de película.

Estudió en la Universidad de Oxford, y antes de graduarse ya dirigía algunos episodios para la televisión. Durante su época de estudiante entró al mundo del teatro y dirigió obras de Franz Kafka y Arthur Miller. En su carrera audiovisual pasó por el mundo de la publicidad, pero de manera inteligente no se dejó seducir por sus cantos de sirena. Tenía claro que esa experiencia sería solo un paso más en su carrera y pronto encontró una oportunidad en la BBC, dirigiendo capítulos de varias series. Su primera gran oportunidad le llegó tras el encargo de dirigir la serie “Prime Suspect”, protagonizada por, nada menos, Helen Mirren.

Su debut en el largometraje ocurre en el año 2004, cuando dirige “Red Dust”, un drama basado en una novela de la sudafricana Gillian Slovo. La película trata la vida de Alex Mpondo, parlamentario en una Sudáfrica post appartheid, torturado por su activismo político. De regreso a la televisión, realiza “Elizabeth I” (2005) una mirada a los últimos 25 años de vida de la Reina Isabel I de Inglaterra.

La suerte ya estaba echada y el camino trazado. La Historia con mayúsculas parecía ser lo suyo. Su siguiente trabajo lo uniría por primera vez con un guionista también obsesionado con el pasado, Peter Morgan, responsable de los guiones de películas como Frost/Nixon, La reina y El último rey de Escocia. El título de la primera cooperación entre ambos fue “Longford”, un drama basado en la vida del miembro del Partido Laborista Lord Longford y su campaña para lograr la libertad condicional de la acusada de asesinato Myra Hindley. El filme fue otro éxito para Hooper y lo llevó a trabajar para HBO en la miniserie “John Adams”, que relata la vida del segundo presidente norteamericano. Éxito y premios nuevamente recompensaron la detallada labor del director, quien entregó una visión poco idealizada de los próceres norteamericanos.

En el año 2009 dirige “El nuevo entrenador”, que se centra en la vida de Brian Clough, el más icónico director técnico de la historia del futbol en Inglaterra.
“El discurso del rey”, su último trabajo hasta la fecha, es un intenso drama basado en la vida del Rey Jorge VI y la relación que sostuvo con el terapeuta que lo trató por su tartamudez.

ÁGORA

Por: Mario Arango Escobar.

ÁGORA (2009) GÉNERO: HISTÓRICO. DURACIÓN: 126’.

Dirección: Alejandro Amenábar. Guión: Alejandro Amenábar, Mateo Gil. Intérpretes: Rachel Weisz, Max Minghella, Ashraf Barhom, Oscar Isaac, Michael Lonsdale, Rupert Evans, Homayoun Ershadi, Richard Durden, Sami Samir, Manuel Cauchi, Homayoun Ershadi, Oshri Cohen. País: España. Fotografía: Xavi Giménez. Música: Dario Marianelli.

Sinopsis: En el siglo IV, Egipto era una provincia del Imperio Romano. Su ciudad más emblemática, Alejandría, se había convertido en el último baluarte de un mundo en crisis, confuso y violento. En el año 391, las revueltas callejeras alcanzaron una de sus instituciones más legendarias: la biblioteca. Atrapada tras sus muros, la brillante astrónoma Hipatia, filósofa y atea, lucha por salvar la sabiduría del mundo antiguo, sin percibir que su joven esclavo, Davo, se debate entre el amor que le profesa en secreto y la libertad que podría alcanzar uniéndose al imparable ascenso del Cristianismo…

La historia de este filme se desarrolla en Egipto en el siglo IVd.c., en la famosa ciudad de Alejandría y plantea un par de nudos argumentales por demás interesantes: por un lado está el personaje mismo de Hipatia, una astrónoma legendaria y una mujer decidida a defender sus ideas en tiempos en los que no era fácil ser /hacer ninguna de esas cosas (ni mujer, ni dedicar la vida al mundo de las ideas).

La historia de Hipatia está unida a la mítica biblioteca de Alejandría donde se acumulaban en rollos y papiros gran parte de los conocimientos que la humanidad había logrado hasta ese entonces, biblioteca que estaba a punto de ser destruida-y que Hipatia intentaba defender por las convulsiones sociales provocadas por la opresión de un Imperio romano que estaba llegando al fin de sus días jaqueado por el ascenso del cristianismo.

La mirada del cineasta recoge la aventura individual de los alejandrinos, sus placeres y pasiones, en un periodo de grandes turbulencias. En las calles de la ciudad hay una revolución en marcha. Símbolo de tolerancia y convivencia entre culturas, Alejandría parece inmersa en las convulsiones previas a un cambio de orden.

La mano de Amenábar es sólida en la puesta en escena, en unos diálogos más que interesantes, en el ritmo y en la evolución de la trama. Sabe lo que quiere y sabe cómo hacerlo. Hay en general una sensación de que lo que estás viendo no es simplemente un decorado y unos actores. El trabajo de dirección es notable, centrándose en los detalles visuales que pasan desapercibidos a priori. El cómo juega con los colores, con el vestuario. El cómo cada color tiene sentido de la historia y ayuda al espectador a centrarse en quien es quien.

Nada sobra ni nada falta en este gran fresco de la complicada Alejandría del siglo IV d.c. Los planos de luchas entre cristianos y paganos o entre los primeros y los judíos son excelentes, muy bien rodadas. Amenábar saber reflejar magníficamente, la progresiva locura y degeneración que se va apoderando de la ciudad. Pero no sólo consigue manifestar ese dominio en el plano épico sino también en el más íntimo. La película está llena de momentos emocionantes y que son genialmente sutiles. Esto es debido al gran talento del director para dirigir actores.

Por supuesto que Rachel Weisz está perfecta en el papel de la filósofa, se nos hace cálida y cercana aunque aparentemente el carácter obsesivo en relación a su amor por el saber y su poco interés por el sexo nos la pudiera hacer aparecer como fría y distante y no es así, la dota de una gran humanidad.Es de una gran inteligencia esos momentos en los que ella se cuestiona y refuta sus conocimientos. Y no sólo ella está espléndida,el resto de actores están magníficos igualmente (a destacar el joven actor Max Minghella que compone un personaje torturado entre dos frentes).

El conflicto que azota el mundo de Hipatia aboca en una profunda transformación durante la segunda parte de la historia narrada en “Ágora”. Los protagonistas también cambian. El trabajo de Gabriella Pescucci como directora de vestuario es clave para comprender esa evolución. La diseñadora italiana explica de la siguiente manera el tratamiento de color aplicado a los distintos protagonistas de esta historia.

»Parto del principio de que el color para mí es siempre muy importante, es fundamental en mi trabajo. Hipatia en la primera parte lleva un vestuario claro, luminoso porque vive en un mundo griego de filósofos y estudiantes. Los paganos también visten colores claros. Mientras que los cristianos se distinguen porque van de gris. Esta diferencia fue una sugerencia de Alejandro en la que estuvimos completamente de acuerdo. Después del asedio a la Biblioteca, Hipatia es una mujer más fuerte y empieza a llevar colores profundos porque la destrucción de los libros le ha supuesto un gran dolor. Para el último vestido que llevaba Hipatia tardé semanas en decidirme, tenía cerca de doscientos tonos distintos del mismo rojo. En la escena final, cuando Hipatia está rodeada de los parabolanos, ese traje rojo en medio de la negrura del grupo, transmite una gran fuerza no física sino de pensamiento».

Otro apartado que es importante destacar es el de la banda sonora. En esta ocasión, la música de la película ha sido compuesta por Dario Marianelli, quien ha mezclando una gran orquesta y unas voces muy potentes que amplifican la sensación de estar dentro de la pantalla, de participar en todo ese desconcierto, de sentirse dentro del conflicto, una experiencia total para el espectador.

ALEJANDRO AMENÁBAR

Hijo de padre español y madre chilena, nació en Santiago de Chile el 31 de marzo de 1972. Al año siguiente, con motivo del golpe de Estado de Augusto Pinochet, su familia emigra  a España, para instalarse en Madrid. Desde que era un niño se apasiona por las imágenes. Vio decenas de veces su película favorita “2001: una odisea del espacio”  de Kubrick.

En 1990 inició sus estudios de imagen y sonido en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid,  carrera que abandonó para dedicarse de tiempo completo al mundo cinematográfico.

Por esta época ya había rodado sus primeros cortometrajes, en los que no sólo ejerció de director, sino también como guionista, protagonista, autor de la banda sonora y montador: La cabeza (1991) que obtuvo el primer premio de la Asociación Independiente de Cineastas Amateurs (AICA), e “Himenóptero” (1992) cuya proyección en el Festival de Elche despertó los elogios de Bigas Luna y el interés de otro director, José Luis Cuerda, quien a partir de entonces ejerció de mecenas del joven realizador.

En 1994 produjo, dirigió y escribió tanto el guión como la música de su siguiente corto “Luna”. El filme deja claro su gusto por el cine de género y también el talento como narrador que decidió a Cuerda, financiar su primer largometraje. En estas películas se apreciaba su inclinación al thriller y las influencias de Alfred Hitchcock, Stanley Kubrick o Steven Spielberg,

Con tan sólo veintitrés años, un equipo de jóvenes actores hasta entonces desconocidos con un modesto pero bien aprovechado presupuesto, realizó su primer largometraje “Tesis” (1996) con el cual Amenábar da muestra de su talento para el manejo de la intriga.

Con esta película se convirtió en director revelación en los premios Goya, al recibir siete galardones, entre ellos el de mejor película, guión y dirección novel y fue presentada fuera de concurso en el Festival de Berlín de 1996.

De la mano del mismo productor José Luis Cuerda, rodó en 1997, su siguiente película, “Abre los ojos” (1997), un filme de intriga psicológica sobre la fina línea que separa realidad y sueño. La atmósfera enigmática de este filme fascinó al actor y productor Tom Cruise, quien compró los derechos para producir y protagonizar un remake que encargó al director Cameron Crowe. El resultado, Vanilla Sky (2001).

En “Los otros” (2001) aborda una historia de fantasmas con la cual rinde un homenaje a Hitchcock, uno de sus directores favoritos.
En el año 2004 Amenábar dió un nuevo giro a su producción con un título que supuso un acercamiento a la muerte (presente en todas sus películas desde una u otra perspectiva) de una manera completamente distinta: “Mar adentro”, un filme que narra las vivencias de un hombre parapléjico. Por esta obra, Amenábar recibió  el Oscar y el Globo de Oro a la mejor película de habla no inglesa y catorce premios Goya, entre ellos mejor película y mejor dirección. Además el Premio Especial del Jurado de la Mostra de Venecia y el premio al mejor director en los Premios del Cine Europeo.
“Ágora” (2009) es su último trabajo hasta el momento.


VINCERE

Por: Mario Arango Escobar.

VINCERE (2009). GÉNERO: DRAMA HISTÓRICO. DURACIÓN: 128′. PAÍS: ITALIA, FRANCIA.

Dirección: Marco Bellocchio. Guión: Marco Bellocchio, Daniela Ceselli. Intérpretes: Giovanna Mezzogiorno, Filippo Timi, Michela Cescon, Fabrizio Costella, Fausto Russo Alesi. Fotografía: Daniele Ciprí. Música: Carlo Crivelli.

Sinopsis: Estamos a principios del siglo XX y un joven revolucionario socialista llamado Benito Mussolini conoce a Ida Dalser, una mujer tan pasional como él, que lo seguirá en la lucha política y lo secundará también cuando cambie de rumbo y sustituya el socialismo por el fascismo. Llega incluso a darle todo lo que tiene para que pueda fundar su propio periódico: Il Popolo d’Italia. Se casarán y tendrán un hijo, pero Ida descubre que su matrimonio por la Iglesia tiene mucho menos valor que el que Mussolini ha contraído con Rachele Guidi. Cuando el Duce llega al poder, su decisión de excluir de su vida tanto a Ida como al niño es irrevocable.

Con Vincere el veterano y prestigioso director italiano Marco Bellocchio nos introduce en un pasaje de la historia de juventud del dictador Benito Mussolini bastante desconocido: la relación que mantuvo con Ida Dalser y el hijo legítimo y primeramente reconocido que tuvo con ella (Benito Albino Mussolini) antes de casarse con su amante Rachele Guido en 1910, y el posterior rechazo que hizo de ambos, llegando a consentir en el internamiento de Ida en un manicomio, con el fin de que no desprestigiase con un escándalo su ambiciosa carrera política y su ascenso al poder.

 Si bien «Vincere» se centra en la figura del Duce, en los primeros momentos de la película (al que sólo vemos en sus primeros años de juventud y carrera política; para luego asistir a su ascenso y vida familiar a través de documentales reales de la época) posteriormente la historia gira en torno de Ida Dalser, una mujer hermosa de familia acomodada que amó y ayudó a Mussolini a consagrase cuando su carrera política se tambaleaba y que luchó con fe ciega por intentar defender su verdad y la de su hijo cuando fueron rechazados, lo cual la llevó a enfrentarse al dictador y sus fieles seguideros y la condenó a una vida de ostracismo.

A partir de este momento, el filme adquiere una notable fuerza dramática, que Bellocchio logra con gran habilidad: resuelve fundir ficción y documental con lo cual demuestra su maestría y trayectoria. Así, mientras en la mitad inicial de la película había utilizado a un actor para interpretar al joven Mussolini, aún abrazado a las ideas socialistas, llegada la hora del abandono de la amante y de su hijo y su paulatina transformación en el Duce, Bellocchio se lanza a mostrar al dictador italiano únicamente con imágenes de archivo de sus discursos. Esa manera de plasmar al Mussolini joven, esa forma de dibujarle mostrando atisbos de lo que ya se veía venir: un tipo duro, violento, de mirada tenebrosa, casi en la frontera de la demencia agresiva, está realizada con una maestría única. Y lo hace Bellocchio con tonos oscuros, amargos, un ambiente extremo hasta convertir la narración en un drama durísimo que se va llenando de aristas a medida que el crecimiento de Mussolini se hace imparable.

El actor Filippo Timi, es el encargado de encarnar a Mussolini, quien con apenas unas pocas escenas logra trasmitir, de manera extraordinaria, la percepción que el director quiere transmitirnos del Duce; interpretando a la vez al padre y al hijo confirma con creces su capacidad actoral.

Por su parte, Giovanna Mezzogiorno da vida en forma muy convincente a Ida Dalser, la esposa ilegítima de Mussolini. Su actuación es magistralmente sobria. La composición de su personaje está llena de matices, gestos, palabras, miradas, en definitiva de esa magia que solo desprenden los actores en estado de gracia y que consigue que todos los sueños, anhelos, emociones que desprende su personaje traspasen la pantalla para adherirse en la piel de cada uno de los espectadores. Destacan dos momentos de su arrebatadora presencia: cuando asiste a la proyección de “El chico” de Chaplin y en el de  la larga y desafiante mirada a cámara que efectúa al final.

La película posee una bella partitura musical, la cual en determinados pasajes realza la intensidad de las imágenes, contribuyendo a aumentar el ritmo de la historia con motivo de la declaración de la guerra y le otorga al espectador una inyección emotiva extra para vivir con más entusiasmo las alternativas narradas. Otro aspecto para mencionar como positivo es la presentación visual de la cinta: el peso de los escenarios (entornos recargados, coloridos y cálidos, en la primera parte, y desolados, austeros, fríos, en la segunda) la composición de las luces (en la calle, cuando Ida y Benito se encuentran; en la cama, cuando ella duerme y su cuerpo desnudo se recorta blanquecino en la oscuridad del ambiente.

La aproximación estética es de tipo expresionista, opta por una fotografía de colores muy apagados, con fuertes contrastes, próxima al blanco y negro, lo que ayuda a combinar el material rodado con auténtico metraje de la época; y quizá a subrayar la idea de que estamos asistiendo a una especie de película de terror, con siniestros lugares de reclusión, locos y loqueros, y monjas guardianas.

La obra de constitución operística, en cuanto a los tiempos narrativos, se apoya  en un magistral montaje, donde no sólo hay cortes temporales, imágenes que aparecen como recuerdos de la protagonista e imágenes de archivo, que le dan vida propia al texto fílmico, más allá del relato. El futurismo que tanto admiraba Mussolini es un fuerte referente estético de la primera parte, al que Bellocchio dedica una interesante secuencia.

«Vincere», además de una historia convincente y desgarradora, posee una puesta en escena que por momentos que nos recuerda al mejor Bernardo Bertolucci, y tiene constantes homenajes al cine a través del visionado de películas y documentales de la época que por aquel entonces se proyectaban en cualquier lugar cerrado o al aire libre.

MARCO BELLOCCHIO

Nació en Piacenza (Italia) en 1939. En 1959, abandona sus estudios de filosofía en la Universidad Católica de Milán, y marcha a Londres para estudiar dirección cinematográfica en la School of Fine Arts, donde se licenció con una tesis sobre Antonioni y Bresson.

Debutó con la película “Las manos en los bolsillos» (I pugni in tasca,1965) considerada una de las mejores óperas primas de la historia del cine italiano. En esta magnífica cinta se refleja con maestría la rebeldía juvenil contra la familia y la normalidad, a través de la historia de un joven que decide exterminar a sus parientes más cercanos. La película fue rodada con gran economía de medios, apoyada por la propia familia de Bellocchio (especialmente por su hermano Tonino) y rodada en la propia casa de la madre del director. El mismo inconformismo y beligerancia política se advierte en sus siguientes obras.

Su siguiente trabajo, “La China está cerca” (La Cina è vecina, 1967) marcó un giro hacia la comedia, describiendo el choque entre la falsedad burguesa y las veleidades de los falsos revolucionarios. Las películas siguientes fueron otros tantos ataques a las instituciones: el internado “En el nombre del padre”  (Nel nome del padre,1972) la prensa del régimen «Noticia de una violación en primera página» (Sbatti el mostro in prima pagina, 1972) el manicomio “Locos de desatar” (Matti da slegare, 1975 y el cuartel “Marcha triunfal” (Marcia trionfale, 1976).

Luego hubo un período gris, transcurrido entre adaptaciones literarias “Il gabbiano” 1977, de Cechov. Su siguiente película, «Il diavolo in corpo» (Il diavolo in corpo,1986) se basó en el libro de Raymond Radiguet.

Sus películas más notables de los años 90 son “La condena» (La condanna, 1990) y “La nodriza» (La balia, 1999), traiciona genialmente el homónimo cuento de Pirandello, filtrándolo desde la óptica de las relaciones de clase.

En el 2002, realiza “La sonrisa de mi madre” (L’ora di religione) una poderosa y sugestiva reflexión laica sobre el tema de la mercantilización de lo sagrado. Se narra la historia de la canonización de una madre mártir, muerta por suplicar a uno de sus hijos que cesara de blasfemar.

“Buenos días, noche” (Buongiorno, notte) del años 2003, película en la cual reconstruyó el secuestro y asesinato de Aldo Moro por las Brigadas Rojas. Con este filme, Bellocchio ganó el Premio Especial del Jurado del Festival de Venecia de 2003.
En el año 2009 dirige “Vincere”, película en la cual nos narra la vida de Ida Dalser, amante de Benito Mussolini y madre de su hijo Albino.