NABAT

Por: Mario Arango Escobar.

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ELCHIN MUSAOGLU

Nació en 1966 en Baku (Azerbaijan). Guionista y realizador de documentales. Miembro de la Unión de Cineastas de Azerbaijan y de la Unión de Documentalistas Turcos. Estudió Dirección Cinematográfica en el Instituto Estatal de Cultura y Artes de Baku. Estudios que complementó en la Lunacharsky, Mark Zakharov’s studio, en Moscú. (1989-1990).

Se inicia como realizador de largometrajes en el año 2008 con “La puerta número 40”/ 40-ci qapi. Rustam tiene 14 años y vive con su madre. Desde la muerte de su padre, asesinado por la mafia rusa, el chico ha tratado de llevar dinero a casa para él y su madre, recurriendo incluso para ello a actividades ilegales. Pero su sueño es formar una banda de música.

“Nabat” (2014) Película que presentamos en nuestro cineclub:

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NABAT (2014). GÉNERO: DRAMA. PAÍS: AZERBAIJAN. DURACIÓN: 105’.

Dirección: Elchin Musaoglu. Guión: Elkhan Nabiyev, Elchin Musaoglu. Intérpretes: Fatemeh Motamed Arya, Vidadi Aliyev, Sabir Mamadov, Farhad Israfilov. Fotografía: Abdulrahim Besharat. Música: Hamed Sabet.

Sinopsis: La película narra la historia de Nabat, una mujer que, además de cuidar de su esposo enfermo, debe encargarse del cuidado de la casa y de la pequeña granja en la que viven. Con el trasfondo de la guerra, y la pérdida de su único hijo, Nabat deberá enfrentar la soledad más absoluta…

Desde las primeras imágenes, el segundo film del joven director azerí, nos cautiva por su estilo visual, en el que se impone una cámara de movimientos suaves, sutiles, que nos hacen recordar al gran maestro Tarkovski. Son lentos planos secuencia, a través de los cuales Musaoglu, nos adentra en una geografía hermosa muy cercana a la nuestra por las grandes cordilleras.

La narrativa de la película, de ritmo parsimonioso, acentúa la rutina de la protagonista. Diariamente, después de atender a su esposo y ordeñar una cabra de su propiedad, debe recorrer un interminable camino, hasta llegar al pueblo vecino donde vende las dos botellas de leche y compra medicamentos para el marido. De paso, visita al fotógrafo y averiguar por la foto de su hijo…

Pero tal vez donde más se hace evidente el minimalismo de “Nabat”, es en los escasos y parcos diálogos, que nos recuerdan el cine del húngaro Béla Tarr, y que son suficientes ante la elocuencia de la imagen.

Sorprende la refinada mirada del novel director, por la forma en que dignifica y embellece los objetos que adornan la humilde vivienda de la pareja protagonista. Igual sucede con los espacios tanto interiores como exteriores. Como si fuera un alumno de Bachelard, se regodea en su contemplación y nos regala fotogramas que se asemejan a verdaderas pinturas. Cada composición, cada encuadre, es resuelto con absoluto cuidado y esmero.

En la banda sonora, destacable la eficaz y hermosa melodía musical, autoría de Hamed Sabet, en la que se destaca el sonido de violonchelos y violines que subraya el tono melancólico de la historia.

Magnífica Fatemeh Motamed Arya como Nabal, que nos trasmite, en una interpretación contenida, toda la desolación y el drama que, en las personas, deja la guerra. En cuanto al actor que encarna a Iskender, Vidadi Aliyev, su actuación impacta por el gran realismo.

Escenas para el recuerdo: aquella en la que la pequeña silueta de Nabat y su cabra, aparece recortada contra el colorido fondo del ocaso. Igualmente significativas y hermosas, las escenas en las que Nabat enciende lámparas votivas en las casas abandonadas. Luces que en la noche, hacen de la panorámica del caserío, una imagen de una belleza única.

Y por supuesto, no podía dejar de mencionar las escenas finales, con esa presencia de Nabat, de una contundencia indiscutible.

Elchin Musaoglu, nos regala una obra que en medio de su sencillez, formal y temática, nos enfrenta a múltiples reflexiones. CINE con mayúsculas!!!

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